Hay excursiones que cobran sentido solo cuando se llega destino. No es el caso de las salidas en busca del Lahuán o Alerce Abuelo.

Las aguas turquesas del Río Arrayanes reciben al viajero apenas baja del vehículo en la zona de la Pasarela, que no es otra cosa que un puente colgante suspendido sobre uno de los ríos más bellos de la Patagonia. Desde el puente también se avizoran el lago Verde, y su boca, un pesquero imperdible.

Tras cruzar a la otra orilla comienza un sendero de baja dificultad, ancho, bien señalizado que bordea el brevísimo y caudaloso río Menéndez hasta el Puerto Chucao.

Desde allí parten las embarcaciones (hay dos empresas que proveen el servicio) que tras surcar las aguas azules del Lago Menéndez por espacio de una hora, arriban al Puerto Sagrario.

No hay otro modo de llegar hasta este punto,en pleno corazón del Parque Nacional.

En Puerto Sagrario comienza la senda que permite adentrarse en el bosque, conocer el Lago Cisne y, finalmente, pararse a los pies de un Alerce de 2600 años de antigüedad y más de 60 metros de altura, el más imponente de todo el recorrido.

La presencia del guía permite aprovechar el recorrido al máximo, conociendo los secretos del bosque, entendiendo su equilibrio y la función que cada elemento cumple en ese ecosistema irrepetible.

Además de la senda habitual, que insume unos 45 minutos de caminata, existe la posibilidad de transitar en sentido contrario por una variante adaptada para personas con movilidad reducida. También es apta para cualquiera que no se sienta capaz de realizar el sendero largo.

En ambos casos, la sensación de compartir el espacio y el tiempo con un ser vivo que está allí desde los tiempos en que se contruía en Grecia el Partenón es única.